top of page
  • Foto del escritorescola imaxinada

O xogo na infancia/ El juego en la infancia



O xogo é unha ferramenta indispensable para a aprendizaxe e a creatividade, tanto nas persoas adultas como na infancia. A propia natureza do xogo permítenos experimentar, simbolizar, poñer a proba as nosas posibilidades, estudar alternativas, expor hipóteses, solucionar problemas e en definitiva ser creativos. Tamén permite desenvolver habilidades sociais como o diálogo, o respecto cara ao outro, a negociación ou o consenso.


Numerosas organizacións profesionais recoñecen a importancia de xogar, como a American Academy of Pediatrics, que recomenda o xogo «como unha parte esencial do desenvolvemento, pois contribúe ao benestar cognitivo, físico, social e emocional dos nenos» ou o Alto Comisionado para os Dereitos Humanos das Nacións Unidas que afirma «que todo neno ten dereito a xogar, pola importancia que posúe esta actividade para o óptimo desenvolvemento infantil».


Desde principios do século XIX, as teorías pedagóxicas progresistas como as introducidas por Froebel nos Kindergarten cuestionaron os métodos pasivos de memorización e recurriron á observación da natureza, as cancións, bailes e aos xogos con obxectos ou materiais reais como unha forma de estimular o desenvolvemento intelectual, físico e emocional da infancia. Non obstante, fóra das garderías e as escolas de arte, o xogo ségue a ser visto como unha actividade trivial ou unha actitude irresponsable que é necesario deixar atrás na idade adulta.


John Dewey apuntaba que esta visión é o resultado dunhas determinadas convencións culturais que separan dependendo do foco de interese: interese polo resultado (traballo) e interese polo proceso (xogo). Non obstante, a infancia non é consciente desta distinción. As persoas adultas, pola contra, son xeralmente conscientes de que están a xogar. Por iso, consideran esas actividades contrarias aos verdadeiros asuntos da vida: as cuestións prácticas que teñen que ver coa familia, a profesión etc.; pero na mente dos nenos e nenas non existe tal contraste. O xogar para a infancia é tan serio como o traballo para as persoas adultas, non serio por suposto no sentido de destruír a espontaneidade ou menoscabar a liberdade, pero serio, no sentido de que absorbe toda a súa atención, de ser, nese momento, a única realidade que existe.


Experiencia, arte e xogo interrelaciónanse. A experiencia da infancia e a exploración a través do xogo son universais, tal como obsérvamos nos procesos de experimentación de artistas e deseñadores. Os artistas e os deseñadores, do mesmo xeito que os nenos, buscan modelos e establecen conexións. A importancia de elaborar modelos e do xogo creativo con obxectos como vehículo para entender as relacións espaciais e solucionar problemas, así como para desenvolver unha sensación de relación cunha harmonía cósmica máis xeral, rexorde unha e outra vez no ámbito da experimentación artística do século XX (Kinchin, 2019).


Estas investigacións levadas a cabo con artistas empezaron a ter un renovado interese e recoñecemento, tal como mostran as exposicións realizadas nos últimos anos, das que mostramos algunhas imaxes: Century of the Child: Growing by Design, MoMA, Nova York, 2012; Century of the Child: Nordic design for children 1900 to today, Museum Vandalorum, Värnamo, Suecia, 2014; Xiro Xiro Tondo, Triennale Design Museum, Milán, 2017 ou O xogo da arte: pedagoxías, arte e deseño, Fundación Juan March, Madrid, 2019.


Pat Kane, músico e crítico dicía: «No século XXI o xogo terá as mesma función que cumpría o traballo na era industrial: será a nosa forma dominante de coñecer, de facer e de crear valor» e conclúe: Se hai unha lección que os adultos deben aprender dos nenos é que, nunha época de crise ambiental e económica, o xogo é un punto de conexión crucial entre o mundo físico e o mundo da imaxinación. Necesitamos tempo e espazo para xogar; o espazo no que pode suceder o imprevisible. (En Kinchin 2019, p.206)


Referencias:

Kinchin, J. (2019). El siglo de la infancia. En Fontán del Junco, Bordes, J. y Capa, A. (Eds.), El juego del arte. Pedagogías, arte y diseño. (pp. 29–152). Catálogo de la exposición. Madrid: Fundación Juan March.



Giro Giro Tondo, Bienal Triennale, Milán, 2017




Century of the Child, MoMA, New York



El Juego del arte, Fundación Juan March, Madrid, 2019




 

El juego en la infancia


El juego es una herramienta indispensable para el aprendizaje y la creatividad, tanto en personas adultas como en la infancia. La propia naturaleza del juego nos permite experimentar, simbolizar, poner a prueba nuestras posibilidades, estudiar alternativas, plantear hipótesis, solucionar problemas y en definitiva ser creativos. También permite desarrollar habilidades sociales como el diálogo, el respeto hacia el otro, la negociación o el consenso.


Numerosas organizaciones profesionales reconocen la importancia de jugar, como la American Academy of Pediatrics, que recomienda el juego «como una parte esencial del desarrollo, pues contribuye al bienestar cognitivo, físico, social y emocional de los niños» o el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas que afirma «que todo niño tiene derecho a jugar, por la importancia que posee esta actividad para el óptimo desarrollo infantil».


Desde principios del siglo XIX, las teorías pedagógicas progresistas como las introducidas por Froebel en los Kindergarten se cuestionaron los métodos pasivos de memorización y se recurría a la observación de la naturaleza, las canciones y bailes y a los juegos con objetos o materiales reales como una forma de estimular el desarrolla intelectual, físico y emocional de la infancia. Sin embargo, a excepción de las guarderías y las escuelas de arte, el juego se sigue viendo como una actividad trivial o una actitud irresponsable que es necesario dejar atrás en la edad adulta.


John Dewey apuntaba que esta visión es el resultado de unas determinadas convenciones culturales que las separan dependiendo del foco de interés: interés por el resultado (trabajo) e interés por el proceso (juego). Sin embargo, la infancia no es consciente de esta distinción. El adulto, en cambio, es generalmente consciente de que está jugando y lo considera diversión y recreación. Por eso, considera esas actividades contrarias a los verdaderos asuntos de la vida, las cuestiones prácticas que tienen que ver con la familia, la profesión, etc.; pero en la mente del niño no existe tal contraste. El jugar para el niño es tan serio como el trabajo para el adulto, no serio por supuesto en el sentido de destruir la espontaneidad o menoscabar la libertad, pero serio, en el sentido de que absorbe toda su atención, de ser para él, en ese momento, la única realidad que existe.


Experiencia, arte y juego se interrelacionan. Kinchin (2019) señala que la experiencia de la infancia y la exploración a través del juego son universales, tal como se observa en los procesos de experimentación de artistas y diseñadores. Los artistas y los diseñadores, al igual que los niños, buscan modelos y establecen conexiones. La importancia de elaborar modelos y del juego creativo con objetos como vehículo para entender las relaciones espaciales y solucionar problemas, así como para desarrollar una sensación de relación con una armonía cósmica más general, resurge una y otra vez en el ámbito de la experimentación artística del siglo XX


Estas investigaciones han empezado a tener un renovado interés y reconocimiento, tal como muestran las exposiciones realizadas en los últimos años, de las que mostramos algunas imágenes: Century of the Child: Growing by Design, MoMA, Nueva York, 2012; Century of the Child: Nordic design for children 1900 to today, Museum Vandalorum, Värnamo, Suecia, 2014; Giro Giro Tondo, Triennale Design Museum, Milán, 2017 o El juego del arte: pedagogías, arte y diseño, Fundación Juan March, Madrid, 2019.


Pat Kane, músico y crítico decía: «En el siglo XXI el juego tendrá las misma función que cumplía el trabajo en la era industrial: será nuestra forma dominante de conocer, de hacer y de crear valor» y concluye: Si hay una lección que los adultos deben aprender de los niños es que, en una época de crisis medioambiental y económica, el juego es un punto de conexión crucial entre el mundo físico y el mundo de la imaginación. Necesitamos tiempo y espacio para jugar, el espacio en el que puede suceder lo imprevisible. (En Kinchin 2019, p.206)


Referencias:

Kinchin, J. (2019). El siglo de la infancia. En Fontán del Junco, Bordes, J. y Capa, A. (Eds.), El juego del arte. Pedagogías, arte y diseño. (pp. 29–152). Catálogo de la exposición. Madrid: Fundación Juan March.



119 visualizaciones1 comentario
bottom of page