Na época que vivimos, dominada polo pensamento neoliberal, os currículos escolares caracterízanse por afastar a infancia das súas propias experiencias e contextos, eliminando a diversidade de realidades sociais, étnicas, culturais, de xénero... Preséntannos un mundo uniforme, domesticado e pensado por outros para normalizar opresións e modos de vida dirixidos; un mundo onde todo parece estar desconectado, que nos fai sentir que non formamos parte activa nel, anulando o noso compromiso coa propia educación, a sociedade ou o planeta do que formamos parte.
Desta forma, as causas parecen estar separadas dos seus efectos e preséntansenos como naturais e inevitables, mitigando calquera posibilidade de reflexión ou resistencia. Como vimos nunha entrada anterior, un dos conceptos que desafía o discurso neoliberal é o concepto de biodiversidade, que lonxe de ser un mero catálogo de organismos, baséase nas relacións e interaccións entre os seres que a conforman, os seus hábitats, os ecosistemas aos que pertencen e os seus biomas. A interconexión inherente á biodiversidade biolóxica é un aspecto que a converte nun concepto desafiante, xa que os seres humanos a miúdo non nos entendemos como parte integral da mesma, nin recoñecemos o papel vital que xoga no sostemento da nosa comunidade, no noso benestar físico e mental ou no desenvolvemento da cultura humana.
Os principais factores que desencadean a perda de biodiversidade son: a modificación do hábitat (por exemplo, a fragmentación dos bosques), a introdución e propagación de especies exóticas invasoras (a eucaliptización do noso territorio), a sobreexplotación dos recursos naturais e a contaminación (especialmente a provocada polo abuso dos fertilizantes, que se traduce nun exceso de nutrientes nos chans e contaminación da auga). É dicir, todos son factores resultado da acción humana.
Desde un posicionamento activista, entendemos a arte como unha práctica dinámica que empodera ás persoas e ás comunidades para xerar un cambio social. Desde este punto de vista, a arte é un acto de resistencia contra os dogmas e as narrativas únicas. Fronte a un pensamento dominante, que ofrece unha mirada depredadora da natureza (e das persoas), a creación artística pode axudarnos a construír outras narrativas sobre pertenza, coidado, responsabilidade, memoria individual ou colectiva... Desenvolver o sentido estético axuda ás persoas a valorar en profundidade as súas contornas, a observar e a actuar dentro da diversidade de calidades presentes nestes lugares.
Esta proposta foi deseñada para un grupo de profesorado en activo e en formación e desenvolveuse nunha contorna natural. Queriamos traballar a conexión entre as persoas e a súa contorna, recuperando a idea de interrelación propia da biodiversidade biolóxica. Para iso deseñamos un soporte de acción –unha sorte de libro/artefacto/obxecto inspirado no movemento Neo-concreto–, utilizando como elementos motivadores un poema, un medio trazador (tinta) e a observación da propia natureza.
Inspirámonos no movemento Neo-concreto, que xurdiu no Brasil nos anos 50 do século XX, porque no seu ideario formula un compromiso real co contexto, que entende coma un organismo vivo e en continua transformación. Os e as artistas neo-concretos rexeitaban a arte racionalista e abrazaban unha arte máis fenomenolóxica e menos científica. Pretendían unha arte activa que involucrase ao espectador, desmontando as limitacións do obxecto e que servise para expresar as complexas realidades humanas. Para iso, poesía e arte visual foron, a miúdo, entrelazados nas súas obras.

Deseñamos estes libros artefacto utilizando madeira e papel, como un obxecto tridimensional que xera espazos flexibles a través das formas, o volume, o oco, a cor e o formato. Seleccionamos un poema para cada libro, neste caso poemas sobre a natureza de Kaneko Misuzu, e distribuímos a cada grupo o material.
A premisa era incorporar de forma gráfica elementos (palabras, debuxo, manchas...) que evocasen o estar e percorrer pola natureza, neste caso un bosque de bidueiros. Tratábase de conectar a nosa experiencia, individual e colectiva, co lugar a través da intervención do obxecto, para que este mutase nunha acción participativa de manipulación, instalación, observación e reflexión.
A acción participativa completouse unindo todos os obxectos, relacionando as diferentes formas, cores, imaxes, narrativas ou baleiros, nunha acción de xogo e goce que convidaba a establecer conexións entre as diversas experiencias. Porque fronte á realidade distante e allea que presentan os currículos oficiais, todo está conectado.



Todo está conectado
En la época que vivimos, dominada por el pensamiento neoliberal, los currículos escolares se caracterizan por alejar a la infancia de sus propias experiencias y contextos, eliminando la diversidad de realidades sociales, étnicas, culturales, de género... Nos presentan un mundo uniforme, domesticado y pensado por otros para normalizar opresiones y modos de vida dirigidos; un mundo donde todo parece estar desconectado, que nos hace sentir que no formamos parte activa en él, anulando nuestro compromiso con la propia educación, la sociedad o el planeta del que formamos parte.
De esta forma, las causas parecen estar separadas de sus efectos y se nos presentan como naturales e inevitables, mitigando cualquier posibilidad de reflexión o resistencia. Como hemos visto en una entrada anterior, uno de los conceptos que desafía el discurso neoliberal es el concepto de biodiversidad, que lejos de ser un mero catálogo de organismos, se basa en las relaciones e interacciones entre los seres que la conforman, sus hábitats, los ecosistemas a los que pertenecen y sus biomas. La interconexión inherente a la biodiversidad biológica es un aspecto que la convierte en un concepto desafiante, ya que los seres humanos a menudo no nos entendemos como parte integral de la misma, ni reconocemos el papel vital que juega en el sostenimiento de nuestra comunidad, en nuestro bienestar físico y mental o en el desarrollo de la cultura humana.
Los principales factores que desencadenan la pérdida de biodiversidad son: la modificación del hábitat (por ejemplo, la fragmentación de los bosques), la introducción y propagación de especies exóticas invasoras (la eucaliptización de nuestro territorio), la sobreexplotación de los recursos naturales y la contaminación (especialmente la provocada por el abuso de los fertilizantes, que se traduce en un exceso de nutrientes en los suelos y la contaminación del agua). Es decir, todos son factores resultado de la acción humana promovidos por el discurso liberal.
Desde un posicionamiento activista, entendemos el arte como una práctica dinámica que empodera a las personas y a las comunidades para generar un cambio social. Desde este punto de vista, el arte es un acto de resistencia contra dogmas y narrativas únicas. Frente a un pensamiento dominante, que ofrece una mirada depredadora de la naturaleza (y las personas), la creación artística puede ayudarnos a construir otras narrativas sobre pertenencia, cuidado, responsabilidad, memoria individual o colectiva... Desarrollar el sentido estético ayuda a las personas a valorar en profundidad sus entornos, a observar y actuar dentro de la diversidad de cualidades presentes en estos lugares.
Esta propuesta fue diseñada para un grupo de profesorado en activo y en formación y se desarrolló en un entorno natural. Queríamos trabajar la conexión entre las personas y su entorno, recuperando la idea de interrelación propia de la biodiversidad biológica. Para ello diseñamos un soporte de acción –una suerte de libro/artefacto/objeto inspirado en el movimiento Neo-concreto–, utilizando como elementos motivadores un poema, un medio trazador (tinta) y la observación de la propia naturaleza.
Nos inspiramos en el movimiento Neo-concreto que surgió en Brasil en los años 50 del siglo XX, porque en su ideario plantea un compromiso real con el contexto, que entiende como un organismo vivo y en continua transformación. Los y las artistas neo-concretos rechazaban el arte racionalista y abrazaban un arte más fenomenológico y menos científico. Pretendían un arte activo que involucrara al espectador, desmontando las limitaciones del objeto y que sirviera para expresar las complejas realidades humanas. Para ello poesía y arte visual fueron, a menudo, entrelazados en sus obras.

Diseñamos estos libros artefacto utilizando madera y papel, como un objeto tridimensional que genera espacios flexibles a través de las formas, el volumen, el hueco, el color y el formato. Seleccionamos un poema para cada libro, en este caso poemas sobre la naturaleza de Kaneko Misuzu, y distribuimos a cada grupo el material.
La premisa era incorporar de forma gráfica elementos (palabras, dibujo, manchas...) que evocasen el estar y recorrer por la naturaleza, en este caso un bosque de abedules. Se trataba de conectar nuestra experiencia, individual y colectiva, con el lugar a través de la intervención del objeto, para que este mutara en una acción participativa de manipulación, instalación, observación y reflexión.
La acción participativa se completó uniendo todos los objetos, relacionando las diferentes formas, colores, imágenes, narrativas o vacíos, en una acción de juego y disfrute que invitaba a establecer conexiones entre las diversas experiencias. Porque frente a la realidad distante y ajena que presentan los currículos oficiales, todo está conectado.



Que propuesta más interesante al enlazar la biodiversidad con diferentes lenguajes expresivos como poesía, dibujo, manchas… con el sentir la naturaleza y la interconexión final de todos.
Cuan elocuente y provocador vuestra capacidad de ofrecer caminos desde el arte formal como una provocación de juego y descubrimiento. De lo individual a lo colectivo. La frase “el arte es un acto de resistencia frente a dogmas y narrativas únicas” me parece maravillosa. Un lema de acción en momentos críticos donde el compromiso contra la devastadora acción liberal es urgente. De nuevo muchísimas gracias Salvador y Vicente.
Beatriz Trueba